En Brasil es preciso estar atentas y fuertes


Bolsonaro ganó las elecciones presidenciales en Brasil.

En mi país somos casi 210 millones de personas, pero solo 147,3 millones hemos estado aptas, legalmente, para votar en 2018. El electorado creció el 3% en relación a las anteriores presidenciales del 2014, y de los votos válidos (104.838,753 millones), el 55,13% eligió Bolsonaro, restando el 44,87% para Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores (1).

Había 13 opciones de voto para la Presidencia de la República en las elecciones de este año, y pienso que es importante resaltar este dato: Jair Bolsonaro (PSL), Fernando Haddad (PT), Álvaro Dias (PODE), Cabo Daciolo (PATRI), Ciro Gomes (PDT), Eymael (DC), Geraldo Alckmin (PSDB), Guilherme Boulos (PSOL), Henrique Meirelles (MDB), João Amoêdo (NOVO), João Goulart Filho (PPL), Marina Silva (REDE), Vera (PSTU). Había diversidad ideológica, de ideas y también pluralismo político, principios resguardados por el art. 17 de la Constitución del 1988 como el mejor sistema de protección a la libertad de participación de la ciudadanía, sin embargo a las que ya estamos acostumbradas al escenario político partidario de Brasil sabemos que muchos de ellos no tienen cualquier ideología, ni un claro compromiso con la sociedad en general, porque son utilizados como alquileres, simple siglas para dar visibilidad y elegir personajes anodinos o directamente peligrosos para la democracia, como es el caso de Bolsonaro.




50 años después 

Nunca ha estado tan presente en la mente de una enorme parte del pueblo brasileño, la canción de Caetano Veloso, interpretada tan bravamente por Gal Costa en plena dictadura, con la que nos recordaba, casi a gritos, que era preciso estar atentas y fuertes, y que no teníamos tiempo de temer a la muerte. Era 1968, tras cuatro años del golpe militar en Brasil, que derrocó al presidente Joao Goulart, las muertes y los desaparecimientos se contaban dentro de casa, casi a hurtadillas, en los pasillos de las Universidades, en los bares clandestinos, porque el autoritarismo y las violencias de las fuerzas de represión eran insoportables. 1968 marcó el inicio del levante popular contra la dictadura, que duró largos, crueles y asesinos veintiún años. Fue el año de la manifestación de las cien mil, encabezada por mujeres, artistas, también fue cuando mataron a quemarropa el adolescente Edson Luís de Lima Souto, la primera víctima del régimen contra el movimiento de resistencia estudiantil.

La elección de Bolsonaro nos hace recordar los años de plomo, los más duros de la dictadura brasileña, porque él, el que se acaba de elegir presidente, no representa solo un período militarizado, sino la tortura y los asesinatos de dicha época, y lo deja muy claro cuando alaba y glorifica el coronel Brilhante Ustra, el torturador de la República, cuando dice que “el error de la dictadura fue torturar y no matar”, “yo estoy a favor de la tortura”, “a través del voto, no va a cambiar nada en este país. Solo va a cambiar cuando nos partamos en una guerra civil. Y haciendo el trabajo que el régimen militar no hizo: matando a unos 30.000, comenzando por FHC” (siglas del por entonces presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso).




El falso demócrata

Bolsonaro es un chaquetero. Lleva treinta años en la política, ha pasado por siete partidos (2), y forma parte de su actual sigla desde el siete de marzo del 2018, es decir, se afilió con el objetivo único de disputar la Presidencia. Un dato a resaltar para probar la falacia del principal lema de su campaña “contra la corrupción” y que le hizo ser considerado el “salvador de la patria anticorrupción” por sus votantes, es que tanto su anterior partido, el PP, en el que estuvo once años, como su actual sigla, el PSL, proporcionalmente, fueron los que tuvieron más políticos cesados por corrupción, hace unos años (3).

Pero 57.798,47 millones de personas han votado por un discurso anticorrupción, y han escogido a su gran héroe, el antipolítico, la “novedad”, el “outsider”, que absurdamente lleva tres décadas saltando de sigla en sigla, y que en todo ese tiempo solo ha conseguido aprobar dos proyectos de Ley. Las personas que le votaron han obviado sus frases racistas (la gente negra “No hace nada. Creo que no sirve ni para procrear”), machistas (“Fueron cuatro hombres, con la quinta fallé y salió mujer”, “No emplearía (hombres y mujeres) con el mismo salario. Pero hay muchas mujeres competentes"), de apología a la violación (“Dije que no iba a violarla a usted porque usted no se lo merece”), homófobas ("Sería incapaz de amar a un hijo homosexual, no voy a ser hipócrita”, "No voy a combatir ni discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle los voy a golpear"), de incitación al crimen y al odio ("Vamos a fusilar a toda la izquierda del PT”, “Hay que dar seis horas para que los delincuentes se entreguen, si no, se ametralla el barrio pobre desde el aire"), autoritarias y violentas ("Defiendo la pena de muerte y el rígido control de la natalidad, porque veo la violencia y la miseria que cada vez se extiende más por nuestro país. Quien no tiene condiciones de tener hijos, no debe tenerlos"), contra la diversidad de creencias ("Dios encima de todo. No quiero esa historia de estado laico. El estado es cristiano y la minoría que esté en contra, que se mude. Las minorías deben inclinarse ante las mayorías"), entre muchos otros ejemplos (4).


El huevo de la serpiente

El bolsonarismo no nació en 2018, sino hace años. Se ha ido haciendo eco poco a poco de sus ideas. La derecha neoliberal alimentó sus pautas durante muchos años con el discurso racista, machista, xenófobo, intolerante, lgtbifóbico, de vuelta a un pasado “glorioso” donde todo iba bien. Intelectuales y blogueros moralistas de derecha han hecho crecer la ola conservadora en Brasil a través de sus canales de Youtube, aprovechándose de que una gran parte de la población brasileña no se informa por internet, sino que se forma, se gradúa por internet.

Bolsonaro es una consecuencia, no una causa.


¿Quién ha podido votar todo eso?

No hay un perfil definido, le ha votado gente diversa. Hecho que es objeto de estudio por parte de la élite académica, actualmente.

Partiendo del principio que no hay una tercera parte del electorado brasileño que sea fascista o que desee volver a tiempos dictatoriales, a una regresión moral y de costumbres, afirmo que esos son una minoría, y los grupos de matones ideologizados no representan la mayoría del conjunto de la sociedad brasileña.

El grupo de sus votantes que tienen elementos fascistas es una minoría, importante recordar, pero es imprescindible asumir que, siendo una minoría, han conseguido poner su candidato en la presidencia del país para poner en prácticas todas sus pautas.

Me gustaría hacer un pequeño inciso sobre un hecho, que bajo mi punto de vista es interesante comentar: La insistencia de las izquierdas de enseñar la real existencia de un discurso y de una conducta neofascista por parte de Bolsonaro, y la real poca efectividad de cambio de votos, en algunos sectores de la población, utilizando ese argumento, desafortunadamente.

Las imágenes que horrorizan a las personas intelectuales, de fuerte ideología de izquierdas, las antifascistas, las personas las politizadas, puede que no tengan el mismo efecto en muchos segmentos sociales. Las imágenes que causan terror a la gente en general son las del crimen común, del cotidiano, el que sale por la tele, es decir, el robo, y este ya tenía su “inventor”, que era Lula da Silva/PT. La idea del fascismo, como crimen contra la humanidad, esa idea politizada, es construida por intelectuales, y atribuida a Bolsonaro. La idea del crimen común se ha ido construyendo desde hace años y atribuida a Lula/PT. 

La mayoría de sus votantes lo hizo contra la crisis financiera y a favor de un cambio económico, no fue, mayormente, una opción autoritaria, neofascista, han votado el no a la corrupción, y un hecho que lo corrobora es que menos de la mitad del Congreso Nacional ha conseguido su reelección, y tendremos, a partir del 1 de enero del 2019, la mayor cantidad de partidos desde la redemocratización; serán 30 siglas en la Cambra de Diputados. Estoy convencida de que gran parte de esas personas no se dio cuenta del tipo de proyecto autoritario y antidemocrático por el cual optó con su voto, y muchas de ellas ya se han arrepentido, como muestran las redes sociales.

El PT no es “santo”, hubo corrupción, hay cargos políticos imputados y sentenciados, pero la demonización del PT y de la figura de Lula da Silva como los inventores de la corrupción en Brasil, ayudado por una enorme politización de la Justicia, el conocido Lawfare, la guerra jurídica contra la democracia, “la legitimidad otorgada al proceso de judicialización de la política emana del consenso sobre la 'corrupción' como problema fundamental de América Latina” (5), olvidándose que la desigualdad social es el gran motor que desacelera el crecimiento de un país, también han ayudado bastante al relato. 

Si se están investigando actualmente todos los casos de corrupción en los diversos partidos políticos, es en gran parte por las leyes sancionadas por el mismo PT, como la Ley da Delaciones y la Ley de Ficha Limpia, que también hizo la reestructuración de la Policía Federal, la creación de la CGU, la autonomía de la Fiscalía, entre otras cosas, mejorando enormemente el panorama de la transparencia del Poder Público. En Brasil decimos que Lula está en la prisión debido a los mecanismos de transparencia y lucha anticorrupción impulsados por él mismo.

Considero que hay tres tipos definidos de personas que votaron Bolsonaro: 

Las personas sin ideología política muy definida, pero que rechazan todo lo institucional, las que dicen “¡quiero cambiar toda esa mierda que está ahí!”, las que ya no creen en la Política ni en las instituciones brasileñas; y aquí cabe un gran “mea culpa” de las izquierdas, que no han conseguido ofrecerles algo nuevo, creíble, ni cambiar el clima de decepción por parte de una enorme parte del pueblo.

Las personas con ideología de centro derecha y de derecha neoliberal y ultra neoliberal, extremadamente anti PT (Partido de los Trabajadores), anti todas las ideologías y las pautas de izquierda; esas personas tenían diversas opciones de voto entre las 13 candidaturas, incluso mantener el gobierno neoliberal de Michel Temer, el actual presidente, tras el ignominioso impeachment de Dilma Rousseff, que ya está aplicando varias medidas que constan en el programa de gobierno de Bolsonaro. Dichas personas fueron muy irresponsables al optar por la extrema derecha con claro discurso fascista.

Las personas con discurso y acciones claramente fascistas, las que no esconden el bate de baseball. 

Dictadura X Constitución

Bajo mi punto de vista, a partir del 1 de enero del 2019, cuando Bolsonaro tome posesión del cargo de presidente de la República, no viviremos bajo una dictadura, sino bajo una situación dictatorial, con un proyecto de gobierno bastante autoritario, al cual debemos prepararnos y estar muy atentas y fuertes.

Una prueba de ello es el Juez Sergio Moro haber aceptado la invitación para ser Ministro de Justicia y Seguridad Pública del futuro gobierno de extrema derecha con discurso fascista. El “súper héroe” de la Magistratura brasileña, según sus acólitos, el instructor de la famosa Operación “Lava-Jato”, que investiga, procesa y encarcela a políticos y empresarios, el juez que sentenció Lula da Silva y le envió a la prisión, eliminando cualquier posibilidad de concurrir como candidato preferencial en las presidenciales de este año. El Juez Moro ha echado a la basura la neutralidad técnica de todos los procedimientos judiciales de dicha operación y, es más, ha pasado por encima de la ética y de la moral, aunque haber aceptado la carpeta ministerial no sea ilegal.

Brasil tiene una Constitución progresista, la llamamos Constitución Ciudadana, realizada por una Asamblea Constituyente, tras un largo período dictatorial. En su cuerpo intenta traer la estabilidad democrática e institucional del país, el fortalecimiento de las organizaciones sindicales y populares, y en su Art. 5º enumera los derechos y garantías individuales y colectivos. Ella nació del pueblo y como fruto de diversos pactos sociales. Será realmente difícil para Bolsonaro gobernar, según sus criterios y su talante, sin herir preceptos constitucionales. En su primer discurso tras las elecciones, él afirmó que gobernaría bajo las normas de la Constitución, sin embargo, en la misma entrevista dijo frases de contenido inconstitucional, contra las minorías brasileñas. El gran problema es que él, y una enorme parte de la clase política de Brasil, no entienden qué es una minoría social, se quedan con el discurso de “todos somos iguales ante la Ley”, y no saben que para llegar a la igualdad las personas deben ser tratadas de formas diferentes, no entienden el concepto ni la necesidad de una ley específica contra el feminicidio, por ejemplo, y como dice el mismo Bolsonaro “Ya tenemos una ley contra el homicidio. ¿Qué es eso de feminicidio?”. Bolsonaro no entiende el concepto sociológico de minoría, y lo más grave es que presidirá un país que lidera el número de asesinatos de jóvenes negros, personas de la comunidad LGBTIQ + (6) y donde doce mujeres son asesinadas todos los días, en promedio (7).

El golpe será capilar, y no por las fuerzas armadas del país. No solo no lo aceptaremos, sino que seremos oposición en el Congreso Nacional y seremos la resistencia en las calles. 

Para que Brasil se vaya a la extrema derecha, Bolsonaro tendrá que rasgar las Constitución. La resistencia estamos dentro de la legalidad, #ÉlNo.


Militarismo, Paramilitarismo y Milicias


En 2016, Brasil alcanzó la marca histórica de 62.517 homicidios, según informaciones del Ministerio de Salud. Esto equivale a una tasa de 30,3 muertes por cada 100 mil habitantes, que corresponde a 30 veces la tasa de Europa. Sólo en los últimos diez años, 553 mil personas perdieron sus vidas debido a la violencia intencional en Brasil (11)


Esos datos son escalofriantes, y la población, sobre todo la más pobre, negra y periférica, la que más muere según las estadísticas (11) lleva casi 30 años bajo la “Ley” de las milicias, que surgieron a finales de los años 80 como medida de choque contra la lucha diaria del tráfico de drogas por el mercado y por el territorio. Las favelas sufren hasta hoy las terribles consecuencias del mayor modelo de negocio delictivo que hay en Brasil, a saber, las milicias.

Todo empezó con agentes de las fuerzas de seguridad pública, como policías, agentes penitenciarios, bomberos, que a nivel personal se unieron a líderes locales para ayudar en la defensa de la comunidad contra las violencias derivadas del tráfico. Lo hacían bajo pago específico.

Con el omiso trabajo local de las fuerzas de seguridad institucionales, el Estado y los sucesivos gobiernos locales han ido dejando espacio a dichas milicias, es más, se aprovechaban de su trabajo poniéndose un tupido velo, e incluso ha habido políticos que alababan las milicias.

Toda esa coyuntura ha ayudado sobremanera a que las milicias se adueñaran de la “protección” del pueblo hasta formar parte del mismo entrañado del tráfico y de las mismas violencias, teniendo atrapadas y rehenes a las vecinas, que por un lado ya no esperan nada por parte del gobierno, de las instituciones, y por otro deben pagar para no morir en manos de bandidos. Es una terrible espiral en la que viven muchos millones de personas, actualmente, en Brasil. Las milicias no deciden solo sobre la vida de una enorme parte de la población brasileña, también deciden su opción de voto, directamente con sus candidatos o a través de alguien que utiliza las milicias para captar votos, como lo explican muy bien los Grupos de Actuación Especial de Combate al Crimen Organizado de la Fiscalía de Rio de Janeiro (13).

"¿Cuantos más tendrán que morir para que esa guerra acabe?" Frase escrita en Twitter por la diputada Marielle Franco, un día antes de su asesinato, supuestamente por las milicias organizadas, en marzo del 2018.

Excluir el factor miliciano de las elecciones en Brasil es tarea casi imposible, pero se han tomado algunas medidas, por ejemplo, el Tribunal Superior Electoral determinó 
el cese de registros de candidatos implicados en el crimen organizado, pero hecha la Ley, hecha la trampa, y las milicias siempre buscan nuevas alternativas para eludir las restricciones legales. Para que tengáis una idea, en lugares bajo dominio de milicias solo entra la propaganda electoral de los candidatos elegidos a dedo por los capos.

Es un hecho que las milicias han hecho campaña para Bolsonaro.

Bolsonaro defendió grupos de exterminio y milicias, descaradamente, en su discurso nº en la sesión nº 138.1.52.O de la Cambra de Diputados cuando dijo “mientras el Estado no tenga el coraje de adoptar la pena de muerte, el crimen de exterminio, a mi entender, será muy bienvenido … ¡si de mí dependiera, tendría todo mi apoyo!” (12), con ese clarísimo discurso fascista, él incitaba esos grupos de matones ideologizados, las milicias, a matar.

El gobierno de Bolsonaro no será un gobierno militar, aunque hay muchos ex mandos del Ejército que ocuparán cargos de ministros e incluso de vicepresidente, sin embargo la presencia de Bolsonaro en la presidencia ha politizado los cuarteles, es decir, las tropas se identifican con Bolsonaro, muchas salieron a las calles a conmemorar su victoria. Eso es un peligro, porque si se rompen la jerarquía y la disciplina entre los soldados, cabos y sargentos, hacia los oficiales, si alguien viene de fuera, de la extrema derecha con claro discurso fascista, y sustituye en parte la figura del mando militar, se puede romper la cadena. La idolatría que la mayoría de las tropas del Ejército brasileño le dedican a Bolsonaro es un reflejo del talante antidemocrático y un serio peligro a la insubordinación, que podría propiciar la formación de grupos proclives a golpes, por lo que el mando, los oficiales de las Fuerzas Armadas deberán tenerlo en cuenta, y empezar a revisar su historia, y porque llegaron aquí. ¿Cómo un soldado puede apoyar a alguien que alaba y tiene por héroe al mayor torturador de las Fuerzas Armadas de la época de la dictadura militar, el Coronel Brilhante Ustra? ¿Cómo pueden tener tan poco conocimiento de la Constitución Federal y de la historia del país?

Una explicación es que las Fuerzas Armadas brasileñas todavía no han hecho su completa transición desde la dictadura. Necesitamos que se sepa toda la verdad, qué se haga justicia y qué se pida perdón a las víctimas de las muertes por parte de los militares. Eso es imprescindible para la redemocratización y establecimiento de la memoria colectiva.

¿Démosle seis meses de prueba?

Una parte de Brasil ahora me pide calma, aceptación y esperar las medidas del nuevo gobierno, que empezará el 1 de enero del 2019. “¡Démosle seis meses de confianza!”, “¡Oremos para que acierte!”, dicen. 

Como demócrata asumo la victoria de Bolsonaro, pero solo esto. No puedo aceptar que “acierte” dentro de su programa, que promoverá la privatización de la Educación, de la Salud, de la Seguridad Social y reforma en el sistema de jubilaciones, dará acceso a las armas por parte de la población, hará la militarización de las ciudades, las privatizaciones de empresas públicas estratégicamente imprescindibles para la soberanía nacional brasileña. El nacionalismo dictatorial de Bolsonaro queda por debajo de su idea sobre lo que es su dios particular en el lema de su campaña presidencial "Brasil por encima de todo. Dios por encima de todos”, todo eso en un país de enorme diversidad de creencias. No asumo su programa y jamás lo asumiremos. Cero pactos ni complacencias con la extrema derecha, porque el discurso fascista alimenta sus capilares en la sociedad, y el poder legitima ese tipo de discurso. Los grupos fascistas ya no necesitarán recibir órdenes expresas de Bolsonaro, porque él envía ese mensaje debido a la legitimación del poder que le dará la presidencia del país.

¿Cómo puedo dar seis meses de prueba a una persona que insufla, ya elegido presidente, desde las redes sociales, la persecución ideológica a las docentes? ¿Y una diputada elegida de su partido aparece exhibiendo un arma y camiseta con la cara estampada de Bolsonaro, rogando al alumnado que denuncie las docentes que hablen mal de su “héroe” presidente? (8) 

Una vez más, el futuro presidente va directamente contra la Constitución, que preserva la libertad de expresión y también hiere la Ley de Directrices y Bases de la Educación, que determina que las docentes deben opinar críticamente. 

¿Cómo puedo dar seis meses de prueba a alguien que afirma categóricamente estar en contra el derecho legítimo de los pueblos originarios de mi país, y dice dará fusiles a los terratenientes para “protegerse” de los “bárbaros indígenas? El plan de gobierno de Bolsonaro es imposible, es incompatible con la Constitución Federal.

¿Cómo puedo dar seis meses de prueba a un reo de dos acciones penales en el Tribunal Supremo, acusado de incitación al crimen de violación e injuria, pero que no podrá ser responsabilizado por actos fuera del ejercicio de sus funciones, según la Constitución brasileña?

¿Cómo puedo dar seis meses de prueba a alguien despreciado incluso por la Escuela de Chicago, partidaria del libre mercado, porque considera que las pautas de Bolsonaro van en contra de los derechos humanos?

¿Cómo puedo dar seis meses de prueba a alguien que defiende la jerarquía de los privilegiados?

¿La corrupción, el mayor problema?

El mayor problema de Brasil no es la corrupción, sino la desigualdad social. 

Brasil no sabe que no tiene más gente endeudada que el en resto del mundo. La gente no sabe que seis brasileños tienen una riqueza equivalente al patrimonio de los 100 millones más pobres del país o que el 5% más rico tiene la misma proporción de ingresos del 95% y que una mujer trabajadora que gana un salario mínimo mensual tardaría 19 años para recibir el equivalente que un superrico recibe en un solo mes (9). Una parte de Brasil no sabe nada de eso. Tampoco sabe que los millonarios pagan solo el 6,5% de impuestos cuando la gente normal pagamos el 50% de impuestos sobre bienes y productos. El votante de Bolsonaro no quiere saber que los intereses aplicados en sus tarjetas de crédito son astronómicos, el más alto del mundo, llegando a pagar intereses de 400% al año (10), no quiere saber que es un esclavo económico de la Banca que tiene los intereses más altos del mundo. No sabe que es masa de maniobra del mercado, y que la evasión fiscal de los multimillonarios supera en billones la corrupción de la Operación “Lava-Jato”.


Casa Grande & Senzala

La Casa Grande era la casa de los señores, los terratenientes, los amos. La Senzala era el lugar donde vivían las personas esclavizadas, dentro de las tierras del amo.

Imposible pensar el Brasil sin mencionar una obra-prima y gran clásico de la Sociología, el libro Casa-Grande & Senzala, del escritor Gilberto Freyre, publicada solo 45 años después de la abolición de la esclavitud, muy esclarecedora sobre la formación del pueblo brasileño. Aunque hace un retrato algo dulce de una época, suavizando en parte la esclavitud y las violencias derivadas de la sociedad esclavista, esta obra es muy importante para entender qué fue el Brasil colonial. 


La Historia de Brasil está intrínsecamente unida a la esclavitud, y el caldo de esa época se percibe claramente cuando a diario se confunde una persona negra con el vagabundo o con alguien de rango social muy bajo, alguien que debe obedecer incondicionalmente, cuando la policía mata el joven negro de la favela por dar por sentado que su paraguas es un arma, por negar la entrada de la abogada negra al Tribunal por pensar que es la señora de la limpieza, por la profunda indignación de los jefes al saber que la hija de la “chacha” ha accedido a la Universidad y será doctora.

En realidad, Brasil fue el último país de América en firmar una Ley abolicionista, y lo hizo obligado, empujado por las condiciones geopolíticas de entonces. Nos enseñaron la Ley Áurea como un gran acto de bondad y solidaridad del blanco colonizador hacia las personas que llevaron esclavizadas del continente africano al Brasil. Entre los siglos XVI y XIX casi 5 millones de seres humanos fueron capturados, apalizados, puestos en las galeras de navíos abarrotados, vendidos, tratados como animales, y asesinados. Un genocidio.

El bolsonarismo reúne todas las maldades de ese Brasil de la eugenesia, y la gente rica (la Casa Grande) continúa practicando las violencias, el racismo, la discriminación, con relación a la gente pobre, negra, indígena (la Senzala). La relación causa y efecto es evidente. 

Y ahora ¿qué?

La situación actual es que el nuevo presidente de Brasil defiende usar 'lanzallamas' contra movimientos sociales.

¿Qué podemos hacer contra una clara agenda anti movimientos sociales, de endurecimiento la terrible Ley Antiterrorista (que, por cierto, hecha en el gobierno de Dilma Rousseff), contra el entreguismo de la soberanía brasileña bajo acuerdos y venta al capital extranjero de estatales de importancia estratégica para el país, contra el avance del autoritarismo, de la precarización del mercado y de la mano de obra, de poner el mercado por encima de los intereses del pueblo, contra la búsqueda de enemigos comunes para incitar el imaginario popular y religioso del pueblo, como por ejemplo, el comunista come niños, las religiones de raíces africanas, los médicos cubanos que te sacan el hígado por un dolor de cabeza, el gay depravado que con un pase de magia convierte tu hijo en un pederasta, las mujeres feminazis, los bárbaros terroristas del Movimiento de los Sin Tierra (MST) que invadirán tu propiedad armados con machetes, la gente okupa, drogadicta y violenta del Movimiento de los Sin Techo (MSTS) que te sacarán a porrazos de tu piso?

Con las puertas de Brasil abiertas para el descuido, debemos unirnos para proteger el interés nacional, proteger la gente pobre, las minorías sociales, luchar juntas. Salir a las calles y utilizar el escudo de la resistencia, hacer acciones contra los autoritarismos. Cada individuo debemos tener claro de que el voto le da el derecho a todo, que su programa de gobierno debe adecuarse a las normas constitucionales. Bolsonaro debe obediencia al pueblo, y habrá resistencia a cualquier cambio contra la justicia social.

La resistencia es necesaria y legítima. Es preciso estar atentas y fuertes, no tenemos tiempo de temer a la muerte.


¡No pasarán!


Referencias:


Actualizado el 29.oct.2018 a las 15h27 | Fuente: TSE


PDC: Partido Democrata Cristão (1988-1993) PPR: Partido Progressista Reformador (1993-1995) PPB: Partido Progressista Brasileiro (1995-2003) PTB: Partido Trabalhista Brasileiro (2003-2005) PFL: Partido da Frente Liberal (2005) PP: Partido Progressista (2005-2016) PSC: Partido Social Cristão (2016-2017) PSL: Partido Social Liberal (2018). 


Dossier “Políticos cesados por corrupción electoral” organizado por el Comitê Nacional do Movimento de Combate à Corrupção Eleitoral a partir de informaciones divulgadas por el Tribunal Superior Electoral, el 2007.


El top 20 de las frases más polémicas de Jair Bolsonaro: https://www.perfil.com/noticias/internacional/frases-mas-polemicas-de-jair-bolsonaro.phtml


Esta premisa cargada de razón formal fue manifestada por instituciones financieras internacionales y agencias del Gobierno estadounidense promotoras del Ajuste Estructural del Estado en la década de los años 90.


Informe 2017/18 da Anistia Internacional traz à luz a situação dos direitos humanos no mundo em 2017.



Cresce o nº de mulheres vítimas de homicídio no Brasil; dados de feminicídio são subnotificados.



Diputada de Bolsonaro pide a alumnos que filmen las docentes que hablen en contra de él. 


Justiça determina retirada das redes pedido para monitorar profesores. A manifestação foi postada pela deputada estadual eleita Ana Caroline.



A Distância que nos Une. 



Brasil tem taxa de juros do cartão de crédito mais alta do mundo.



Atlas da Violência 2018.





Grupo de Atuação Especial no Combate ao Crime Organizado.


*Artículo publicado originalmente el Marx21.net (06-03-2019)

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